jueves, 29 de octubre de 2009

El Ejército nos pinta el cielo
















  
Foto: Javier Broncano Casares
 
Ayer por la mañana los pilotos militares de la base de Los Llanos estuvieron adornando los cielos segureños con sus elegantes trazas.
Ya sabéis que en estos pueblos perdidos de la mano de Dios no podemos entretenernos en otra cosa que en mirar al cielo. Nada de calles llenas de vitalidad, animados mercados rebosantes de productos, escaparates decorados por estilistas, ofertas culturales y artísticas de vanguardia, excitantes relaciones sociales y cuidados parques para descansar de todo lo anterior.
Aquí, mucho cielo. Pero claro, el cielo es, de suyo, aburrido. Básicamente es el mismo desde que unas innovadoras y generosas cianobacterias empezaron a atrapar dióxido de carbono y a fabricar oxigeno. De eso hace unos dos mil quinientos millones de años. Imaginaros el muermo de los abueletes que descansan a diario en los bancos de La Bolea (Orcera), que por aquel entonces ya debían sentarse allí, aunque probablemente sin gorrilla.
Dicen los poetas, los pintores y los fotógrafos que el cielo es una maravilla, que cada día es distinto y tal, pero todos sabemos que es para tirarse el rollo y quedar de guays. Nube más, nube menos; gris ahora, azul luego o cárdeno después, pero siempre es la misma rutina.
Menos mal que ayer llegaron ellos, nuestros pilotos, y dibujaron en el aire curvas delicadas, letras enigmáticas, nubes imposibles… Y el cielo segureño, inmóvil desde la oscura profundidad de los tiempos, se alegró de golpe con una fantasía regalada a manos llenas, qué digo, a chorrón, sí, a chorrón, por nuestros muchachos, los de las Fuerzas Aéreas. Que, además, esta vez han volado bien alto y han cuidado de no tirársenos a la chepa, no asustarnos con explosiones ni chamuscarnos los pinares, como ocurrió el mes pasado en Cañada Catena.
Hoy ya es casi mediodía y ellos no han venido.
El cielo sigue impertérrito, con el mismo look que adquirió en el eón proterozoico, allá por el precámbrico.
Y yo estoy en ascuas, mirando a lo alto y esperando una explosión.
De creatividad, quiero decir.

4 comentarios:

  1. Plas plas plas (esto son aplausos jeje...) Muy buena Javier la entrada...¿ qué mejor que la denuncia no explícita y basada en esa mirada poética? Desde lo alto del Yelmo pude ver este fin de semana el incendio de Cañada Catena, su extensión... uno nunca se va a acostumbrar a ver la huella del fuego... :-(

    ResponderEliminar
  2. Yo tambien le hice una foto... pero no consegui tomarmelo con esa alegre ironia. Tenia entendido que no podian volar por aqui, que nos asustan los javalies...

    ResponderEliminar
  3. Perdonar este pobre giris que todavia confunde la "v" con la "b"...

    ResponderEliminar