viernes, 12 de marzo de 2010

Delibes en el corazón




















Se nos acaba de ir uno de los grandes de la literatura española y universal.

Miguel Delibes, incansable cazador de perdices y conejos en la meseta castellana, dejó dicho que era incapaz de practicar la caza mayor porque no soportaba ver los ojos abiertos de un ciervo abatido.

Defendió siempre la necesidad de una relación más armónica entre el ser humano y la Naturaleza, y fue padre de uno de los mejores y más comprometidos biólogos españoles, Miguel Delibes de Castro, junto al que escribió el libro “La Tierra herida”.

Conocía la Naturaleza con hondura, la describía como pocos han sabido hacerlo y la defendía con sencillez y sin pose.

Hace treinta años, en su obra “Un mundo que agoniza”, Delibes escribía:
“Esta sed insaciable de poder, de elevarse en la jerarquía del picoteo, que el hombre y las instituciones por él creadas manifiestan frente a otros hombres y otras instituciones, se hace especialmente ostensible en la Naturaleza.
En la actualidad la abundancia de medios técnicos permite la transformación del mundo a nuestro gusto, posibilidad que ha despertado en el hombre una vehemente pasión dominadora. El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro”

En este mismo libro, se lamentaba de la pérdida del lenguaje rural:
“Me temo que muchas de mis propias palabras, de las palabras que utilizo yo en mis novelas de ambiente rural, como ejemplo aricar, agostero, escardar, celemín, soldada, helada negra, alcor, por no citar más que unas cuantas, van a necesitar muy pronto de notas aclaratorias como si estuviesen escritas en un idioma arcaico o esotérico, cuando simplemente han tratado de traslucir la vida de la Naturaleza y de los hombres que en ella viven y designar al paisaje, a los animales y a las plantas por sus nombres auténticos”.

Y a uno se le ocurre que el lenguaje segureño también pierde diversidad a raudales: espelechar, amapol, granillero, bruco, longuero, garibola…(¡Gracias, Faustino Idáñez, por tu impagable "Vocabulario del nordeste andaluz").

Adiós para siempre al autor de “Diario de un cazador”, “Los santos inocentes”, “El hereje”... Despidámosle con una visión de los cielos de la tierra castellana que tanto amó... y donde tan memorables jornadas pasó cazando perdices.

















"Cielos raudos" - Foto: Marta Pereyra

3 comentarios:

  1. Delibes hizo que todos los castellanos que vivimos fuera de Castilla nos sintamos orgullosos de ser de Castilla, de ver sus inmensas llanuras de cereales, de ser de la misma región que este gran escritor ecologista. Una pena enorme la que hay desde el viernes en toda Castilla, sólo estarán contentas las perdices que cazaba

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  2. Sin duda Delibes merece un recordatorio en estas páginas. Pero creo que también deberían saber quines nos visitan que estas tierras han acojido algunos de nuestros más ilustres escritores y especialmente poetas. Jorge Manrique, San Juan de La Cruz, Larra,Miguel Hernández, etc. También la familia Azorín y en especial su hermano Amancio, que pasaba largas temporadas en el cortijo de Catena en la casa de su otro hermano médico que tan buen recuerdo dejara en Puente Génave, en La Puerta y en toda la sierra, pues a todo el mundo atendía.

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  3. Gracias por tu comentario. Si te apetece comentar en este blog alguna cosa de la relación de estos escritores con la Sierra de Segura no dudes en hacerlo como "Comentario", y lo pasaré a Entrada. Especialmente, de Miguel Hernández.

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