sábado, 5 de junio de 2010

Profesores del Parque Natural en el cañón del Segura


















Foto de familia de los asistentes al curso

El camino por el cañón del Segura entre las aldeas de Poyotello y La Huelga Utrera, pasando por la Cueva del Agua, es uno de los más placenteros que se pueden recorrer en la Sierra de Segura. Hace unos días lo disfruté junto a un grupo de profesores de la comarca, asistentes al curso del CEP sobre didáctica del paisaje del que he sido ponente.

Este año, con todo lo que ha llovido, la vegetación está exuberante y la Cueva del Agua hace honor a su nombre, lo que no siempre ocurre. Tuvimos la suerte de ver en flor especies tan escasas y tan nuestras como la violeta de Cazorla y la atrapamoscas, la pequeña carnívora de los paredones húmedos a la que le encanta merendar mosquitos. Aunque otras especies mucho más comunes también hicieron nuestras delicias, porque pudimos frotarnos las manos con orégano y con la deliciosa melisa (¿habrá infusión más rica?).

Vimos también desde el microbús dos estampas fugaces, pero inolvidables. Una, de un gran macho montés trepando monte arriba muy cerca de nosotros. Y otra, mucho más rara: un halcón peregrino que soltó en el asfalto su presa –una paloma- para remontar el vuelo sin lastre, asustado por el extraño intruso metálico relleno de humanos. No tardó en volver a por lo que era suyo.

En fin, una tarde inolvidable que finalizó con un tranquilo paseo por las callejuelas de la aldea de La Huelga Utrera, que dejó prendados a los que aún no conocían estos remotos pagos. Un punto negativo: el panel que señaliza la ruta en La Huelga Utrera lleva ya bastante tiempo destrozado, igual que algunos postes con flechas indicativas que hay a lo largo de la ruta. Y una sorpresa positiva: la Confederación Hidrográfica del Segura está arreglando este camino, que está llamado a ser uno de los recursos con más tirón de la Sierra de Segura.

Mi mayor deseo es que lo que se ha tratado durante el curso acabe, de una u otra manera, llegando a las aulas, porque la educación ambiental es básica para que estos lugares se conserven y sean también valorados como un bien que acrecienta el atractivo de nuestra comarca a través del turismo sostenible.















Atrapamoscas (Pinguicola vallisneriifolia) en un chorreón de la ruta. Foto: Javier Broncano

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