miércoles, 13 de enero de 2010

La Sierra ahora: agua, agua, agua

















El Guadalimar, nuestro "Río Rojo", baja a tope
Foto: Javier Broncano 

El agua se ha hecho, como nunca, la dueña de nuestros días. Agua en forma de lluvia, de nieve, de hielo.

El agua siempre ha querido a la Sierra de Segura. Hay tierras por donde el agua pasa y tierras donde el agua muere. La nuestra, sin embargo, es de aquellas donde el agua nace. Y no es por ello mejor ni más bella, porque si no existiera el océano tampoco habría discretos veneros. Pero todo lo que nace nos renueva íntimamente, nos provoca el gozo primario de estrenar algo y nos recuerda que, si somos capaces de mirar con ojos nuevos, todo está por hacer.

El agua de la Sierra de Segura es, primero, un agua que empapa y satura; luego,  un agua que brota, que surge, que mana; y después, un agua que fluye con levedad, que afluye con ligereza y que pronto confluye.

Es un agua labradora de rocas, arquitecta de paisajes, constructora de bosques. Su amor por los árboles es incondicional: tanto es así, que durante siglos les sirvió fielmente como medio de transporte hacia las cercanías del mar. Aquella historia de las maderadas es una historia de amor, como si el agua se las hubiera ingeniado para seguir viendo siempre a los árboles que hizo crecer, aunque ella tuviera que convertirse en mar y ellos en barcos.

De siempre, el agua en la Sierra ha intimado con los humanos y estos han correspondido ofreciéndole lo más propio de la especie: el lenguaje. Por eso los serranos han inventado palabras sonoras y precisas para describir cuanto tiene relación con el agua. Por ejemplo, han llamado gorgojil al vallezuelo angosto donde el correr del agua carcome el terreno; aguarín, a la persona, animal o planta que consume mucha agua; esguzadero, al lugar por donde el agua se despeña; o agualuvia al agua procedente de la lluvia que se conserva en aljibes y se usa, por su finura, para lavarse el pelo y poner en remojo los garbanzos. Palabras cuya escritura desata, en el acto y sin excepción, un aluvión de líneas quebradas de color rojo por parte del procesador de textos, feliz por demostrar que dispone de un perfecto corrector.  

Celebremos el agua, ahora que abunda. Es lo que está haciendo ahora mismo, frente a mi ventana, una nutrida bandada de pinzones que, aprovechando un claro fugaz, ha copado todas las plazas disponibles en las ramas de un frutalillo para reunirse, sacudirse metódicamente el agua acumulada en el plumaje y, sobre todo, piar y piar.

6 comentarios:

  1. vida, vida, vida.
    (Ignacio tiene toda la razón)

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  2. Que alegría el agua que ha caído. Que maravilla ver los ríos y nacimientos como los estamos viendo estos días. Esperemos que la cosa siga aunque sea más moderadamente.

    Curioso el apunte que has hecho del vocabulario serrano... siempre tan rico y sorprendente.

    un saludo

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  3. lástima que se "pierda" gran cantidad de ella para épocas menos generosas con el agua...

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  4. Bueno, depende de lo que se entienda por "perderse". En cualquier caso, España es el país con mayor número de grandes presas per cápita del mundo y, si no recuerdo mal el dato, también es el país con mayor porcentaje de kilómetros de ríos regulados por presas del mundo.
    Este documento de WWF me parece muy bueno:
    http://assets.wwf.es/downloads/presas_informe_completo.pdf

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