Foto: Javier Fuentes Martín - www.fotonatura.org
Teniendo en cuenta que estamos en época de caza, la de hoy ha sido una estupenda mañana de domingo para pasear por el monte: la lluvia, el viento y el frío han obrado el milagro de dejar el bosque libre de cazadores, que probablemente han permanecido acantonados en los bares a la espera de que el partido de la tarde (Barcelona-Real Madrid) les sacara de la melancolía que debe producirles imaginar manadas de gorrinos-jabalises triscando despreocupadamente por esos perdederos en festivo.
Así que hoy me he tirado al monte debidamente pertrechado y, en vez de los tiros, me han acompañado otra clase de tiros mucho más amistosos: las salamandras, precisamente llamadas “tiros” en la Sierra. Las salamandras, en días como estos, andan totalmente desatadas, disfrutando como locas de la humedad tan largo tiempo esperada. Cuatro he visto. Así que hoy mi personal partido ha quedado así: Salamandras 4, Cazadores 0. (Las salamandras juegan siempre en casa, porque estaban aquí muchísimo antes de que los primeros cazadores segureños pintasen ciervos en las Cuevas del Engarbo).
Por cierto, ¡qué sofisticada elegancia la del negro sobre el amarillo! Y qué andares tan pausados, como iconos vivientes del movimiento slow, recordándonos lo pringadillos que somos cuando vamos por la vida queriendo llegar a demasiados sitios y a demasiadas cosas al mismo tiempo.
Dejamos para otro día comentar cuán injusto es el dicho popular aquel de “si el tiro viera y la víbora oyera, no habría hombre que al campo saliera”. Para tiros chungos, los otros.