miércoles, 25 de enero de 2012
Sintiendo nuestros bosques
Bosque
Ángel González
Recitado por Rosa de Gea
Cruzas por el crepúsculo.
El aire
tienes que separarlo casi con las manos
de tan denso, de tan impenetrable.
Andas. No dejan huellas
tus pies. Cientos de árboles
contienen el aliento sobre tu
cabeza. Un pájaro no sabe
que estás allí, y lanza su silbido
largo al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color: es como el eco
del mundo. Eco distante
que tú estremeces, traspasando
las últimas fronteras de la tarde.
Como todo el mundo sabe, una palabra vale por mil imágenes. Al menos si está dicha por un poeta como Ángel González –a quien, por cierto, tuvimos el privilegio de ver y escuchar, ya en las postrimerías de su vida, en la Iglesia de los Jesuitas de Segura de la Sierra.
Unas palabras bien escritas expresan con exactitud determinada experiencia de su autor, pero además ayudan al lector a recrear la suya propia, haciéndola más rica y más consciente. Por eso he apuntado en un papelito este poema. Para traerlo al corazón cuando uno se embosca en los serenos pinares salgareños de Río Madera, en los mágicos robledales del valle del Guadalquivir, en los sobrios y remotos encinares de Roblehondo o en las misteriosas acebedas de Siles.
En esos, y en tantos otros lugares de nuestras Sierras, sigue siendo posible sentir que tus pies no dejan huellas y que ni siquiera el pájaro sabe que estás allí. En esos momentos, uno es nada porque lo siente todo.
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PRECIOSO Y EMOTIVO.HABLA CON CORAZÓN Y SENTIMIENTO. ALMA DE POETA SERRANO.
ResponderEliminarA veces, me imagino, que si algún día pudiera reencarnarme, me gustaría hacerlo en un águila real, para poder sobrevolar mis entrañables serranías segureñas, sin ´limites y eternamente.
ANDRÉS