Torre de El Cardete
Foto: Javier Broncano Casares
Se nos muere el patrimonio histórico en medio del abandono y la indiferencia. Nos hemos acostumbrado a ver los torreones hispanomusulmanes de la Sierra de Segura ruinosos, pero en pie, y nos parece que siempre estuvieron y estarán así. Y hay que recordar lo obvio: un día tuvieron un aspecto pujante y otro día se vendrán abajo. Entre ambos días habrá siglos de por medio, pero todo llega.
Tres de esos torreones, los de Santa Catalina, se ven desde mi casa. En los días de temporal miro instintivamente para ver si aún están erguidos. Compruebo con alivio que ahí siguen y sé que seguirán, pero sólo hasta que el tiempo tome las decisiones oportunas. Entonces todo serán lamentos. Nos preguntaremos por qué sólo uno de ellos había sido restaurado, dejando en el abandono los otros dos y todos los demás que están diseminados por la comarca. Por qué hemos hablado tanto del patrimonio, e incluso le hemos dedicado planes y medios económicos, mientras seguíamos viendo cómo el patrimonio real se deterioraba de manera lenta, casi imperceptible, pero inexorable. Nos preguntaremos cómo fuimos tan borricos de no cuidar muchas de las fortalezas medievales segureñas como tesoros, cómo no las pusimos en valor, cómo no las restauramos, arreglamos primorosamente su entorno, las señalizamos, las interpretamos y las hicimos accesibles, todo ello para mayor gloria de la comarca y para disfrute de vecinos y visitantes.
El torreón de la foto es el del Cardete, en el municipio de Benatae. Mientras se sigue desmoronando, rindámosle homenaje recordando el poema que le inspiró a Manuel Alquife. Forma parte de su extraordinario libro Calicanto, publicado en 1995 en una reducida edición numerada, con dibujos de Francisco Cerezo. Treinta atalayas, treinta dibujos, treinta poemas. Decía Lola Suardíaz en el prólogo: "Es lógico que la Sierra de Segura, abandonada, despojada, con un sólido pasado y una enorme dignidad presente, haya inspirado esta obra a los autores. Es musa, modelo y símbolo. Ellos, en pago, la han guardado en un hermoso estuche y la han hecho imagen y metáfora de nuestras propias vidas". He aquí el poema:
Atino en la granada a medianoche
aún sin luna.
La oigo crujir,
soltar sus granos de sangre
y a la tierra seca absorber sus brasas
quemarse en silencio.