miércoles, 27 de febrero de 2013

El Sendero GR 247 Bosques del Sur, el mayor abrazo a la naturaleza ibérica




El Sendero Bosques del Sur (GR 247) está ya señalizado y acondicionado desde hace tres meses y vuestra botas y mochilas os llaman desesperadas desde sus lóbregos zulos invernales. Son 317 kilómetros en 21 etapas, más otros 162 kilómetros de variantes y derivaciones. No hay muchas cosas así en España. Le faltan varias de las cosas previstas: la mayoría de los refugios, un par de puentes, algunas fuentes y sobre todo, falta por publicar la correspondiente guía del Sendero, aunque esta última no creo que tarde. En cualquier caso, la ruta está ahí, sugerente, amplia, hermosísima, como si fuera un gran abrazo a la naturaleza ibérica más auténtica, porque envuelve nuestra Sierra, es decir, el mayor espacio protegido de España, uniendo y hermanando todas sus comarcas.

Cada cual recorrerá el Sendero a su aire: haciendo una etapa, o media, o varias, o combinándolo con otras rutas, o volviendo al cabo del tiempo, o aprovechando las variantes para hacer grandes rutas circulares… Por supuesto, los ciclistas disfrutarán de lo lindo, porque la mayor parte del GR es ciclabe.

El GR 247 permite disfrutar de la mayor parte de los paisajes más representativos del Parque Natural: distintos tipos de bosques y formaciones vegetales, cumbres, ríos, embalses, aldeas, pueblos, pastos de alta montaña. En muchos de sus tramos es frecuente avistar ciervos, gamos, muflones, cabras monteses, jabalíes, rapaces… Pero, ante todo, el Sendero es una invitación a vivir y compartir el camino, a recuperar esas sensaciones tan primarias de unión con la naturaleza que sanan nuestro cuerpo y nuestra mente, tal vez en silencio y soledad, tal vez en compañía de la gente a la que queremos.

En esta web de la Diputación de Jaén tenéis la descripción detallada de las etapas, sus mapas y perfiles, etc., así como un mapa general del Sendero.

En el Facebook Amigos del Sendero GR 247 Bosques del Sur hay información que vamos poniendo los senderistas. Los que dispongáis de GPS y demás encontraréis ahí el recorrido de buena parte de las etapas.

En cualquier caso, en el inicio de cada etapa, variante y derivación hay un cartel con la información básica, y una vez en el recorrido, la señalización es abundante.

Aquí os dejo unas cuantas fotos para poneros los dientes largos, je, je… Quienes conoceis estas Sierras identificareis con facilidad los lugares, todos ellos bastante conocidos por los andarines habituales. Para los más nuevos, no he puesto las etapas a las que pertenecen las fotos...¡a ver si os animais a hacerlas todas!


















Fotos: Javier Broncano Casares

Otra entrada más reciente sobre el GR 247 
Toda la información sobre el Sendero  
Guía del GR 247 en PDF 
Mapa general del GR 247 en PDF
Facebook Amigos del Sendero GR 247 Bosques del Sur


lunes, 25 de febrero de 2013

Nos entrevistan en la SER sobre el conflicto de El Maguillo

Rafael Gálvez y yo fuimos entrevistados hace unos días por la cadena SER sobre el conflicto de El Maguillo, en el que se está a la espera de que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir informe sobre las medidas que se comprometió a adoptar para que la extracción de agua subterránea no cause un daño irreversible en el Parque Natural.

Ruidera, tan cerca

La Laguna Blanca, habitualmente seca, muestra este año un aspecto excepcional


Es una suerte que nuestra Sierra y La Mancha sean vecinas, y tan bien avenidas desde siempre. Hay días en que apetece que nada limite nuestra vista, que los horizontes se ensanchen y que el esfuerzo al caminar sea el justo para entregarse sin reservas al paisaje, o dicho más a lo llano, que no haya cuestas. Entonces te vas a La Mancha. ¡Qué lujo, si además hay agua, y sabinas albares, y patos y aguiluchos laguneros! O sea, si estás en las Lagunas de Ruidera. A mí me gustan todas, pero sobre todo las primeras y las últimas porque, aunque sean las más pequeñas, son las que no han sido mancilladas por una urbanización descontrolada y conservan la esencia de Ruidera.

Este año, además, es una gozada ver que la Laguna Blanca  -la más cercana a nuestra comarca- vuelve a tener agua, porque lo habitual desde hace ya muchos años es verla reducida a un secarral de tierra blanca. De hecho, hay mapas en los que no figura, o solo consta el nombre pero no está repesentada gráficamente, como si ya solo fuera un fantasma del pasado. 

En la zona hay tres grandes rutas señalizadas, que se solapan en varios tramos: el Camino Natural del Guadiana, el Camino de Don Quijote y el GR 114. Durante este mes de febrero he ido un par de veces a caminar por los encinares y sabinares del entorno de las primeras lagunas y recorrer luego los caminos que bordean las lagunas Blanca, Tomilla y Conceja, disfrutando de soleados días de invierno y de una tranquilidad maravillosa, incluso en fin de semana (nada que ver con el ambiente de las lagunas más grandes y accesibles). Animaros, aún queda invierno y el agua que circula por Ruidera va a más. Los somormujos y los laguneros no faltarán a la cita.

Laguna Tomilla


Señalización

Cortijo

Sabinar de sabina albar
 Fotos: Javier Broncano Casares

jueves, 7 de febrero de 2013

Disfrutando de los paisajes sonoros




El paisaje que muestra la foto está en un lugar bastante perdido, en los Campos de Hernán Perea, cerca del Refugio de Campo del Espino. El chopo es un verdadero superviviente y una valiosa referencia visual en la inmensidad desarbolada de Los Campos, a unos 1600 metros de altitud. El lugar es bellísimo para los ojos, pero en cierta ocasión me detuve para captar la otra dimensión del lugar, la sonora. Se me reveló el contraste entre el viento que circulaba por arriba y el que movía las hojas del álamo, el tintineo de un lejano rebaño de ovejas que no había advertido con la vista… y nada más. Absolutamente nada más, y por lo mismo, tanto: la conmovedora esencia y presencia de Los Campos. Sierra de Segura en estado puro.

Estamos acostumbrados a que el paisaje nos entre por los ojos, sobre todo en una época como la nuestra, de extraordinaria facilidad para la captación y la difusión de la imagen. Pero desde los tiempos más remotos nuestra especie se ha valido de sus cinco sentidos para procesar la información del ambiente. ¿Habéis probado alguna vez algo tan sencillo como quedarse quietos, en silencio, y prestar atención a los sonidos? La sensación puede asombrarnos y ser extraordinariamente placentera. De pronto descubrimos que a nuestro alrededor hay pájaros, que cerca hay un chorreón de agua que no habíamos advertido, que el sonido del viento es totalmente distinto entre los pinos que en la chopera, que los abejorros están muy atareados –y probablemente contentos-, que los sapos parteros emiten una especie de limpio silbido… o que hay un impresionante silencio, que resulta tanto más sobrecogedor en la medida en que vivimos rodeados de mensajes sonoros y, más aún, que nuestra mente es una máquina cuyo oficio es el de producir ruido interior en forma de cavilaciones, recuerdos del pasado y proyecciones de futuro. Descubrimos el momento presente, un hallazgo inesperado y afortunado. 

Escuchar la naturaleza es un lujo, un verdadero alimento bio para el oído y para la mente. Lo necesitamos profundamente, como prueba la abundancia de grabaciones de sonidos naturales, acompañados o no por música –generalmente insulsa- que hay en el mercado para ambientar oficinas, salas de espera, hogares y espacios más o menos terapéuticos. Hay en el extraordinario jardín botánico de Kew Gardens (Londres) un curioso montaje que recrea los sonidos de tus propios pasos entre los árboles, creando la ilusión de que estás más o menos en la selva… siempre que consigas no escuchar los aviones que, cada dos minutos y medio, pasan por encima de tu cabeza hacia o desde el cercano aeropuerto de Heathrrow. Es un intento ingenioso, aunque algo patético, de recuperar sensaciones perdidas, que muestra la necesidad que tenemos las personas de escuchar y escucharnos en la naturaleza de la que formamos parte.

Pero nada como escuchar a la naturaleza en vivo y en directo. Podemos experimentar haciéndolo con los ojos abiertos y con los ojos cerrados, descubriendo probablemente que esta segunda opción es más rica, porque cuantos más sentidos se desactivan, más agudos se vuelven los que están operativos. Cualquier postura es buena para hacerlo, de pie, sentado o tumbado, pero es mejor que la columna esté derecha, porque ayuda a mantener la atención. También conviene estar atentos a nuestra propia respiración y dejar pasar los inevitables pensamientos que nos distraerán, sin pelearnos contra ellos pero sin hacerlos caso, volviendo a lo nuestro. Disfrutaremos más si no analizamos ni juzgamos los sonidos. Todos valen, incluidos los del coche o la podadora que, tal vez, oigamos a lo lejos.

No hace falta irse a lugares tan remotos como el que muestra la foto para saborear los sonidos. Basta con alejarse un poco del pueblo para oír, no sólo al viento o al cárabo, sino también la campana de la iglesia y el jaleíllo humano, que aquí es mucho más amable y familiar que en las ciudades. Y ni siquiera es necesario vivir cerca del campo o del mar para gozar de los sonidos naturales. Basta un parque. El gourmet de los sonidos sabe sacar partido de cualquier lugar donde haya niños, perros, árboles y pájaros. Incluso aunque pasen aviones por encima. Al fin y al cabo, los humanos y nuestros ingenios también formamos parte del ecosistema. ¡Disfrutemos sin límites de los conciertos naturales!

Foto: Javier Broncano Casares
No os perdais: El sonido de la naturaleza. Carlos de Hita. Un maravilloso calendario sonoro de la naturaleza ibérica.