domingo, 23 de septiembre de 2012

Por fin empieza a realizarse el Sendero Bosques del Sur
























































Esta semana han comenzado a sembrarse las primeras balizas y señales de lo que muy pronto será el Sendero Bosques del Sur (GR 247). La entidad promotora, que es la Diputación de Jaén, ya lo ha adelantado en su web del Parque Natural, por lo que me permito anunciarlo también en este blog. Más adelante comentaremos su filosofía y sus características, pero por ahora baste con decir que, como se puede apreciar con un vistazo al mapa general, es un proyecto muy ambicioso que permitirá recorrer caminando los paisajes más representativos de nuestras Sierras.

Sumando los tramos del trazado circular más las variantes y ramales, el Sendero tendrá 479 km, y se apoyará en 11 refugios para poder pernoctar en las zonas donde no existe oferta privada de alojamiento. La mayoría de estos refugios se están construyendo en viejas casas forestales en desuso. El trazado circular tiene 21 etapas, a las que se suman otras 6 de las variantes transversales, que permitirán al senderista confeccionar a la carta su propia travesía. Todo el Sendero va por caminos ya existentes, sin abrir ninguno nuevo.

Para las personas que hemos estado y estamos intensamente involucradas en este proyecto, es una enorme alegría ver que por fin va para adelante, después de varios años en los que algunos llegamos a dudar de que algún día se hiciese realidad, sobre todo en los tiempos que corren.

Sin duda, el Sendero Bosques del Sur va a ser un impulso para la actividad senderista en nuestras Sierras y un recurso que va a dar una mayor proyección al Parque Natural. Aunque a mí, lo que más me gustaría, es que el Sendero Bosques del Sur sirva para una mayor valoración, conocimiento y disfrute de ese gran patrimonio que son nuestros caminos por parte de la propia sociedad serrana.

Y, bueno, pues que ¡no todo son noticias negativas...!


jueves, 13 de septiembre de 2012

Nuevos enlaces para descargar PDF's sobre la memoria rural, la trashumancia y los georrecursos





Para los que no sois muy amigos de rebuscar por este blog, os comento que en la columna derecha se han añadido enlaces para descargarse tres nuevos documentos en pdf: el libro "Crónicas de la memoria rural española", de Borja Cardelús (una joya de la primera a la última página), el "Cuaderno de la Trashumancia nº 10" de la serie hecha por el ICONA en los 90, y el capítulo dedicado a nuestras Sierras en la "Guía de Georrecursos de Andalucía". Que los disfruteis.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Ya no quedan furtivos como los de antes

Fotograma de Tasio, Montxo Armendáriz, 1984

Hace unos días, el Seprona de la Guardia Civil imputó por furtivismo a dos personas del término de Santiago-Pontones, a las que incautó un rifle ilegal con mira telescópica y silenciador, y un trofeo de jabalí.

El furtiveo tiene hondas raíces sociales pero el furtivo de ahora no tiene nada que ver con el de antes. Este cazaba para arrimar algo de carne a la olla, escasa siempre de proteínas, o escasa a secas; a lo sumo, buscaba también unas cuantas pieles que malvender al marchante. Se doctoraba bien joven en la universidad de ciencias aplicadas de la naturaleza y ya su vida era un interminable master de perfeccionamiento. Mantenía vivitas y coleantes en su cerebro todos las facultades necesarias para sobrevivir en la naturaleza, venidas a menos en la evolución humana, pero aún encriptadas en la información genética que todos heredamos. Por eso se conocía al dedillo las costumbres, los secretos, las querencias y hasta las manías de los animales. Casi era uno más de ellos, el más inteligente.

El furtivo de ahora deja la carne en el monte y se lleva el trofeo. Busca el dinero y algún motivo de jactancia para engordar su ego en el bar del pueblo. El arte en su oficio se limita a cerciorarse de que el bulto con cuernos que se mueve en el visor nocturno de su mira telescópica no tenga pinta de ser una vaca. Eso, y unas cuantas añagazas para intentar burlar a la guardia civil y a la guardería. Entre la actitud y las motivaciones de unos y otros furtivos hay una distancia sideral, tan grande como la que media entre la vida actual y la vida tradicional, que irremisiblemente desapareció en nuestro país entre 1950 y 1980.

Recoge Borja Cardelús cómo se las gastaban los viejos furtivos de Cazorla en su libro Crónicas de la memoria rural española, obra que si me pusiese a elogiar no habría espacio virtual suficiente en Blogger, aunque lo intentaré algún día. Reproduzco textualmente, porque tiene miga, el testimonio de un abuelo cazorleño que Cardelús cita:
“La cabra montés tenía mucha valentía, era un bicho de mucha sangre. Trepaba por las cuestas como si nada, y a la hora de ir a matarlas había que subirse por los cuchillares por donde ellas andaban. Pero tenían una carne fuerte, de mucho alimento, y estábamos en cazarlas. Como no teníamos escopetas ni medios, lo que hacíamos era poner una tabla orilla un barranco, asomando. Poníamos una zanahoria o una verdura en la tabla, pero cada vez más lejos, y la cabra se iba confiando, hasta que la tabla se vencía y se despeñaba barranco abajo”.

Cuando charlas con algunos ancianos de la Sierra sobre aquellos tiempos no te cuentan que fueran unos angelitos, sino unos buscavidas que vivieron su juventud en unos tiempos cuyas penurias hoy apenas imaginamos. Tuvieron que dominar todos los oficios, y lo que daba el monte –caza, leña, setas, hierbas silvestres- eran recursos a los que había que recurrir, sí o sí, fuera quien fuera su propietario más o menos legítimo –que esa es otra. Aún hoy en día, cuando voy a mi Madrid natal y paseo por el parque de Entrevías –una zona de Vallecas masivamente poblada por emigrantes andaluces- me asombra ver a algunos mayores recogiendo determinadas hierbas silvestres para las que nadie, salvo ellos, tiene ojos.

En 1984, Montxo Armendáriz levantó acta de defunción y puso el mejor epitafio posible para el viejo oficio del furtivo con su inolvidable película Tasio. Hace décadas que no quedan Tasios, relevados por lamentables caricaturas disfrazadas de Rambo. Entre los Tasios y los Rambos no media una simple mudanza cultural, sino todo un cambio de civilización, como dice acertadamente Mercedes Álvarez en otra genial –aunque mucho menos popular- película de 2004: El cielo gira. Pero en esta otra civilización, la nuestra, la que vive a crédito y dispone –todavía- de energía a espuertas, en la que por suerte no necesitamos salir a poner trampas por la noche a la finca del señorito o del Estado, tenemos mucho que aprender de aquella otra que conocieron, sufrieron y gozaron nuestros abuelos y bisabuelos, de los que nos quedan sus testimonios con un valor incalculable. Pero, además, nuestros propios cerebros aún guardan como oro en paño en sus más secretos recovecos una memoria dormida mucho más primigenia, que atesora el código de las capacidades desarrolladas por una especie que fue capaz de levantarse sobre dos piernas y aprender a gestionar el fuego.

Tal vez por eso esta mañana, cuando he subido al monte para el ritual anual de recoger piñas de negral con las que encender la lumbre en invierno, el aroma a mejorana que levantaban mis pisadas ha hecho que mi cerebro emitiera orden imperativa de tirar el saco al suelo, cerrar los ojos y respirar profundamente durante unos largos instantes.

Imagen: fotograma de Tasio. Filmoteca Española. España es cultura 

Aquí puedes descargarte, de manera legal y gratuita, el libro Crónicas de la memoria rural española, publicado en 2011 por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino

domingo, 2 de septiembre de 2012

Catalina Madueño termina su etapa en el Parque Natural dejando alto el listón de la dirección












Catalina Madueño acaba de dejar su cargo de directora-conservadora del Parque Natural, que ostentaba desde diciembre de 2007. Como miembro de la ONG Ecologistas en Acción he tenido desde entonces una fluida relación con ella. Su trabajo al frente del Parque me ha parecido muy importante, sobre todo teniendo en cuenta los estrechos límites políticos y presupuestarios en los que se mueve la gestión de los espacios protegidos.

Dos cosas me parecen reseñables en su manera de afrontar la dirección del Parque: que no ha optado por mirar hacia otro lado ante ningún problema y que ha sabido dialogar con todos los agentes sociales involucrados en la vida del Parque sin dejar de estar en su sitio. Estas virtudes, además de su actitud claramente vocacional y su talante comunicativo, son imprescindibles para cualquier gestor de un espacio protegido, ámbito en el que confluyen objetivos e intereses a menudo contrapuestos con un gran potencial de conflictividad. He de decir que, incluso cuando ha habido algún encontronazo -inevitable en estas lides- la cordialidad se ha restablecido con prontitud gracias a su buena disposición para el diálogo.

Catalina Madueño se marcha dejando alto el listón de la dirección del Parque y personalmente le deseo mucha suerte, tanto a nivel personal como en su nueva responsabilidad al frente de la Agencia de Gestión Agraria y Pesquera de Andalucía.

Foto: Ideal

sábado, 1 de septiembre de 2012

Septiembre en la Sierra de Segura


























Las brisas nuevas y los primeros chaparrones sacan de la espesura a los machos de venado, llamados a una antigua cita en los calveros del bosque para batirse a testarazos por el privilegio de gozar en exclusiva del harén. El profundo bramido de celo y el entrechocar furioso de las cuernas, rompen la calma de la madrugada y del anochecer con la llamada primigenia del sexo. Luchar, perseguir a las hembras y cubrirlas, es casi la única actividad que realizan los grandes machos durante días, llegando a una extenuación que les puede hacer perder hasta un 20% de su peso. Las luchas, aunque largas, no son casi nunca cruentas, pues se trata más bien de exhibiciones de poderío en las que el perdedor, agotado, opta por poner tierra por medio y dejar el asunto para mejor ocasión, generalmente sin ser perseguido. Las hembras, mientras tanto, observan el drama con aparente pasividad, pero excitadas por el fuerte olor del barro que han formado los machos con su propio orín y en el que se han revolcado una y otra vez. Algunos lugares tradicionales de berrea de la Sierra son menos frecuentados que antes por los ciervos, molestados por grupos de turistas ruidosos, que acuden atraídos por la publicidad del espectáculo salvaje facilón e incapaces de mantener la discreción que la ocasión requiere.

Son muchas las aves que afrontan la extraordinaria aventura anual de la migración hacia tierras africanas. En pueblos y aldeas se echa de menos, al atardecer, el sonido de golondrinas, aviones comunes y vencejos. Como preludio del austero ambiente que se acerca, nos quedamos también sin el colorido casi tropical del abejaruco y sin el canto del ruiseñor. De noche, deja de oírse el penetrante "quiú, quiú" del autillo. Las culebras y otros reptiles, mientras cazan cuanto pueden para acumular  reservas de cara al invierno, ven con alivio cómo parte su peor enemiga, el águila culebrera, que nos priva de la contemplación de su vuelo sostenido e infatigable. Cruzará el Estrecho, atravesará Marruecos y pasará el invierno en las cálidas estepas de Senegal o Nigeria. Una ruta similar seguirá  nuestra águila más pequeña: la calzada.

Todos los tonos del rojo se hacen presentes en el monte al madurar los frutos de muchas especies, como el rosal silvestre, el torvisco, el majuelo, la cornicabra, el lentisco, el aladierno, o la olivilla. También nos da sus frutos azul oscuro el endrino, con los que se elabora un excelente licor.

Del libro "La Sierra de Segura. El Sur Verde" - Javier Broncano y Joaquín Gómez
Foto: Felicity Smith (thank you, Fliss!)